El Amor a las Pequeñas Cosas...

El amor a las pequeñas cosas.

El mundo gira a una velocidad infernal. Es como si siendo un niño te subieses a un tiovivo navideño  y de repente este se pusiese a dar vueltas descontrolado, casi de manera huracanada y cuando parase te vieses como un anciano solitario, envuelto en un mundo que ya no es el tuyo, rodeado de elementos ajenos a ti.

Estoy enamorado de la belleza de las cosas simples, de las pequeñas cosas. Sin ellas mi universo tendría menos valor, me ahogaría más su oscuridad.
El olor del café recién hecho mientras observo como el sol sube por la ventana. Leer un libro perdiendo la noción del tiempo, siendo parte de sus entrañas, de la tinta del papel. Una mañana en calma, pensando sobre cosas absurdas y recuerdos de niñez.

Es amor a lo simple, a una caricia seguida de otra sonrisa, al calor del hogar en la vuelta, a una carretera infinita mientras escucho una balada de rock. Observar el cielo desde la calle, ver pasar a sus gentes con la prisa en la cara y tu, como si tu tiempo estuviese perdiendo batería, ralentizar el paso para saborear cada palmo de acera.

Pasar por la calle donde fuiste a la escuela. Esa calle que fue capaz de darte millones de alegrías y a la vez tristezas. Tocar sus barrotes que aún siguen pintados de verde, del color que siempre representó la esperanza.

La charla de un buen amigo, un vaso de whisky con hielo, correr por el campo mientras anochece. La mirada sincera del anciano que te sostuvo en brazos, el calor de una lumbre. Los hilos y las agujas, una silla de mimbre.

Es mi teoría de lo sencillo, de lo cercano, cosas que pasan (a veces) desapercibidas por que no valen dinero, sin embargo, es lo que más "vale" la pena. Es una teoría que se puede cultivar a diario, a pesar de su fragilidad, pues se daña en cuanto se roza con la sociedad.



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