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Mostrando entradas de 2014

Volveré.

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Y volverán aquellas tardes de colegio, aquellas infinitas tardes de cocina y salón, de cata de nocilla. Volverán aquellos recuerdos de mochila, de la "fila",  del correr a los brazos del padre o de la madre, incluso de la carretilla del abuelo. Volverá aquella unión extraña, infinita, como cuando un clavo se clava en el árbol, que le hace herida pero no le mata, lo transforma. Volverán aquellas  miradas, aquellos sueños de niño, aquellas pisadas valientes, con coraje, perdiendo el miedo a lo desconocido, al laberinto oscuro del adulto. Volverán aquellos ojos azules, aquella mano firme de protección. Volverán las tardes muertas, la silla de la oficina, los inviernos alegres bajo la lluvia. Volverán las risas, los llantos, la lucha diaria por ser el mejor, la cabeza de la espada, el verdadero guerrero. Volverá el primero de la lista. Volverán las tareas, la habitación azul. Volverá a sonar el timbre para acudir tarde al aula. Volverá el mono de coco a sonreír entre ris

Vuelve amigo Septiembre

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Vuelve amigo Septiembre. Vuelve sin tardar, dejando atrás la luz del verano. Te espero, te añoro rompiendo mis principios, bebiendo un trago amargo. Me lo pide el cuerpo, espero el frío, el rincón, el sonido de las teclas golpeando como gotas de lluvia clara, las calles que se abren en mi cabeza, viajando a otros tiempos a otras vidas. Los campos verdes, las largas tardes, las infinitas noches. Añoro tu soledad, tu lenta respiración, el bombeo de tu alma. Apaga pronto las luces, ya no hay feria. La manada se ha diluido y las ilusiones se llenaron de barro después de años de pisadas. Sácame de la multitud, de la marabunta social y llévame a tu recodo, a tu silencio. Vuelve amigo Septiembre, devuélveme al lugar del que me atrapaste, emborráchame de letras, de licor de musas, de veranos infinitos. Dejo atrás mi suerte, olvido si he de hacerlo, las sonrisas, la esfera lenta del reloj, los abrazos. Júntalos  a todos, reúne la baraja, la taberna, las risas, las traiciones, la muerte, la v

Manchego.

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Ser manchego no es simplemente pertenecer a una tierra, es llevarla siempre es tu ADN, en tu forma de ser, en tu manera de mirar el mundo. La Mancha te marca de por vida, sus infinitos campos llanos arremeten contra tu pecho, y su árida belleza se clava en tus ojos para siempre. A partir de ahí no hay nada más, puedes visitar rascacielos,  inmensas ciudades pobladas de todas las razas del ser humano, pero aún así nada es como la mancha, mi mancha. Parque Nacional Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real)  Un tablero de naturaleza.  La blancura de sus casas convive con el colorido de las ropas colgando en las azoteas. Los saludos de los viejos sentados en su poyetes viendo la vida pasar bajo sus boinas. Las mujeres barriendo la puerta de sus casas mientras aprovechan el saludo alargado de una vecina. Las tabernas donde se mezclan las viejas costumbres con las nuevas generaciones. Algunos hablan de oportunidades y posibilidades, yo digo no hay mejor suerte que crecer en la mancha, no

"Cien Años de Eternidad"

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Hacía un frío cortante propio del profundo invierno español en el centro del país. Andaba por Madrid, solo, tenía una cita para una entrevista de trabajo. Y como había hecho otras veces salí a primera hora de la mañana en un tren hacía la gran ciudad, probando suerte, tirando los dados del destino.  Aquella parte de la capital española aún no la conocía, a pesar de ser un barrio popular nunca  había andado por Plaza Castilla  y Chamartín. Las cuatro torres modernas que cortaban el cielo plomizo se me encaraban mientras subía las escaleras mecánicas dando largas a un vendedor que me arremetía con  su producto y su pesada labia. La corbata ya  iba suelta, el sudor frío me pellizcaba la espalda, pues mi cometido se había acabado hacía más o menos una hora y regresaba a la estación de Chamartin para coger un tren de vuelta hacía mi adoraba Mancha. Tome un café solo y en soledad, la estación estaba repleta de cámaras de televisión, pues el día anterior había ocurrido el trágico accidente

Gracias Maestro Sampedro.

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Hoy hace un año que falleció el escritor, filosofo, humanista, pensador y hombre  que tanto me ha enseñado. Sus palabras, sus libros y sus letras me han llegado a mostrar un punto de vista diferente de lo que es esta vida y el tiempo que la ocupa. La inmensa lucidez que Don Jose Luis Sampedro desprendía a la hora de hablar y conversar te atrapaba, te dejaba inmerso en una esfera de sabiduría, humanismo y naturaleza que te encumbraba incluso a aquellas épocas donde los maestros griegos, despojados de todo lo material daban lecciones de vida . Don Jose Luis Sampedro abogaba por la libertad, por la vida en sí misma. Una vida, que es el mayor regalo que nos otorga la naturaleza, un tiempo que pasa (a veces lento y a veces rápido) y que debemos aprovechar, exprimir y  degustar sin caer en envidias o rencores. Leer los libros de este genio es una dulzura. Por ejemplo "La Sonrisa Etrusca" donde narra los últimos años de un abuelo cascarrabias que descubre el amor de un nieto, es

Salvajismo Ilustrado

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Con los años se empieza a alcanzar aquello que llaman madurez y suele derivar (a veces) a gilipollez. Extraño los tiempos en los que la pureza envolvía a la gente. Cuando uno se mostraba tal y como era, con sus virtudes y (sobre todo) defectos. Y a pesar de caer mal o bien seguía fiel a su identidad, a su naturaleza .  Me niego a caer en la tentación de robotizarme y expulsar las palabras marcadas por la sociedad disciplinar y/o "beautil life". La gente comienza a convertirse en estamentos marcados donde solo importa el "yo hize" "yo fui" y "yo tengo". Quiero amistad de barro, como la que se engendra en la niñez, como  la que perdura en los años, como aquella que no hace falta decir una sola palabra para dejarlo todo dicho. Dejar atrás todo aquello y mantenerme ajeno a esa espiral me libera y reconforta. Cada día compruebo como el mundo te  muestra una sonrisa falsa de cara mientras sujeta con sus manos el más vil puñal. Volver al salvajismo,

Guardo.

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Guardo el ansía de avanzar, Guardo los azulejos de la facultad, sus paseos, sus historias. Guardo el sufrimiento estudiantil, guardo su presente  sin pasado ni futuro. Guardo la alegría de la libertad, de la independencia. Guardo el amor, su pureza, su descubrimiento, su pasión. Guardo su nombre de fina lluvia. Guardo la soledad, a veces buscada a veces encontrada. Guardo el aprender a decir No aunque el mundo me llevase a lo contrario. Guardo el haberte encontrado para siempre, literatura. Guardo la amistad, no aquella que miente, si no la que hace llorar para poder reír. Guardo los fracasos, cada uno de ellos, pues su amargura llegará a endulzar. Guardo el agradable paladar  del triunfo, cada uno de ellos,  por el dolor que conlleva llegar. Guardo la memoria de los que se fueron, la guardo para siempre, como estatua de hierro. Guardo las traiciones y entierro el rencor,  pues de nada me sirve. Guardo en un baúl bajo llave a aquellos me dieron la espalda. Guardo el ti

Solidaridad Callejera.

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A veces pasan desapercibidos algunos actos que tal vez sean pequeños en  forma, aunque inmensos en su fondo . Andaba callejeando esta mañana, cuando algo me ha llamado la atención. En la puerta de una casa, de su pomo,  colgaba una bolsa de plástico. Parecía algo olvidado y me he acercado por si era necesario dar un "timbrazo". Hoy martes, es el mercadillo de mi pueblo, donde las amas y los amos de casa acuden a los diversos puestos de fruta, verdura, especias y telas. No era extraño que por un descuido algo se hubiese quedado abandonado a la suerte, y la verdad no están los tiempos para ello. Al acercarme a la casa he comprobado que aquella bolsa contenía pan. Y junto a ese pomo una nota plastificada y borrosa por el paso del tiempo y el clima. La nota era una oda a la solidaridad, una chispa a la esperanza de que entre todos nosotros, entre la gente llana,  todo puede salir hacía delante, de que todo puede mejorar. Que bueno es cuando el ser humano se humaniza y te vuelv

A veces Vemos pero no Miramos.

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Alrededores de las Tablas de Daimiel. Foto sacada de Internet El día se levantó primaveral en mitad de Enero. Unos quince grados y el sol con los ojos abiertos invitaban a salir, a desempolvar la pereza que emerge en invierno. El plan era sencillo: bicicleta, amigos y campo , una mezcla perfecta para aprovechar la mañana. Nos lanzamos por los caminos a pedalada y charla , y entre tanto fuimos descubriendo como nuestra tierra se presentaba, como los pájaros nos acompañaban en su intermitente revoloteo, y como el campesino, el pastor, el pescador, y los chopos desnudos nos saludaban a nuestro paso. Las conversaciones iban y venían, divagaban entre lo típico y lo utópico, hasta que nuestro río Guadiana ensanchado, a paso gobernante,  abriéndose para alimentar las Tablas de Daimiel nos dio un tirón de orejas y nos maravilló con su actual soberanía. A veces vemos pero no miramos , no somos conscientes de la belleza que nos rodea, de nuestra propia armonía, de aquello que se nos prese

Efímero.

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Efímero. Incluso nuestro basto universo, con sus desconocidos rincones, el cual  ni siquiera  nuestra mente es capaz de dibujar, se creó  con una explosión de apenas segundos. El mar, eterno horizonte azul, que se pierde en las pupilas y recuesta al astro sol cada atardecer. Incluso él,  el mar,  insondable camino de antiguos comerciantes, sendero de los primeros hombres, está compuesto por millones de olas que desaparecen y nacen. Una semilla, la más real y  minúscula muestra de la omnipotencia de la naturaleza es capaz de albergar lo que será un árbol que superará la altura de diez hombres con sus diez vidas. Efímero y breve, eso es lo que nos golpea, lo que nos arrastra, pero a la vez, como el sorbo de un licor fuerte, nos recorre las entrañas y nos muestra la importancia de cada suspiro, de cada instante. No dejamos de ser más diferentes que la hoja de sauce, que aparece y desaparece con cada ciclo. Conscientes de ello recorremos nuestra propia cuenca, como el río que nos transcu

Y entonces llegó El Gabo

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El día que fui a descubrir a Gabriel Garcia Marquez no sabía que llegaría a mi como un ciclón de maestría que aplastaría mi buen hacer dejándome como a Kafka convertido en un insecto . Lo conocía desde que tenía uso de razón literario, ¿Quien no conoce a este genio? Pero a pesar de conocerlo no lo había destripado, no había devorado cada línea de sus "Cien años de soledad" ni me había envuelto en el crimen por honor de Santiago Nassar que empezó muerto y terminó más muerto aún,  pero vivo eternamente. ¿Buscáis amor en sombras? no habréis leído un amor como el que ocurrió en aquellos tiempos del cólera.  Su prosa suelta, sacada a borbotones, enlazando con hilo de oro historias viejas que seguro estoy amamantó en su pequeño pueblo del Caribe, son una dulce melodía que cae en lo más hondo y como una semilla agarra y florece en breve. Es talento, sin más, y con ello es un escritor que demuestra que lo importante no es lo que cuentas si no El como contarlo .  Me he enam