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Mostrando entradas de julio, 2013

A Primera Vista

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Hay un momento en la vida que siempre se guarda en el recuerdo, como el primer beso, el aprobado del carnet de conducir, o la graduación en la universidad. Ese instante es mágico, es una explosión de belleza visual que inunda tu ser y te recorre por entero, no dejas de mirar una y otra vez, sin casi comprender lo que ves pero con aprecio y veneración,  como si de otra galaxia se tratase no alcanzas a entender todo ese infinito azul que se funde con la cúpula celestial. La primera vez que ves el mar , es como tachar un renglón en la lista de "cosas por hacer en la vida" y produce una grata satisfacción. Hay algunos que tienen la suerte de llegar a él tan niños que apenan recuerdan ese mágico momento, yo sin embargo lo vi por primera vez alrededor de la  década de edad y lo recuerdo con una profunda sonrisa y los ojos como platos. Provenir de la Mancha más profunda hace aún más satisfactorio conocer el inmenso azul, recuerdo los primeros pasos por el paseo marítimo, descalzarm

Con Nombre de Fina Lluvia.

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Sin ti soy aullido en cueva fría, papel sin pluma, musa sin poeta, creación de barro sin  sangre en vena, invierno infinito, gota de agua en el desierto, como mar que se funde en arena desemboqué a tu lado, náufrago por amor despierto. Por que al amar ciegamente la claridad llega, y cuando el amor golpea, no hay mejor imperfección, que sentirte siempre perfecta. Con nombre de fina lluvia, llegaste a mi, huracán empedernido, locura desatada en cabello azabache. Tu  mar de ojos marrones marcaron mi sino, vaivén delicado y suave, como oleaje en mar abierto, y no hay más ni mejor acierto, que el haberte conocido, Rocio.

La Comunciación que nos Incomunica.

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Foto de internet. Sin identidad Tal vez por que soy de otra generación, una generación de pelota y canicas, de porterías de piedras y trompos pintados a mano., tal vez por ello, no entiendo como los niños actuales pueden pegar la cara a la "maquinita" durante horas. Resulta que ayer cogí los bártulos y me presente en una piscina pública a disfrutar del sol, y del baño (algo bueno debe tener estar parado) y mientras me achicharraba y barnizaba mi piel con cremas protectoras me percate que eran muchos los niños que bajo la sombra y arrimados a sus madres no movían un musculo, bueno si, los dedos. Atrapados por las "maquinitas" eran incapaces de bañarse, de moverse, petrificados gesticulaban con la cara según fuese saliendo el resultado del juego de moda. Que diferencia, yo apenas paraba, de un lado a otro de la piscina, siempre quemado por el sol, junto al bordillo tirándome de mil formas y retando a mis amigos o primos, un balón de propaganda servia para ensay