La Semilla Del Recuerdo.
Despierto
antes de que los gallos afinen sus gargantas, las estrellas aún son testigo.
Subo ligero los escalones por la estrecha escalera que conduce al desván en la
azotea de mi casa. Apenas he podido
dormir, llevo años visionando este día. Busco entre recuerdos apilados
envueltos con un fino vestido de polvo. Todo huele a humedad, a olvido. Allí
esta mi vieja bicicleta, empapelada, adormilada, colgada en una pared
custodiando la nostalgia. Con sumo cuidado la bajo y la desvisto de las costras
que le han producido los años. La libero de esa habitación que la ha oprimido.
Respira en la azotea donde la luna agoniza y las parejas de golondrinas
empiezan a despertar. Vierto agua en un pequeño
cubo de metal y con un trapo curo su
marchito cuadro, le devuelvo el brillo a los radios, espanto a una pequeña
araña que corretea por su manillar y le doy un soplido de aire limpio a sus oxidadas ruedas.
Bajamos juntos la escalera, espero
que las agujas que me golpean las
rodillas sean bondadosas y me permitan
viajar por última vez. Al salir a la calle cierro los ojos y respiro
profundamente, trago ese golpe de aire fresco, noble, que durante tantos años
perdí. Nada sabe igual que tu tierra, ningún aroma es igual de grato, de
nutritivo. Pongo mi pie en su pedal y empujo mi maltrecha rodilla, un empujón
tras otro, y el viejo caballo color verde oliva vuelve a surcar las calles de
fachadas blancas, que como culebras
giran y se retuercen bajo un suelo empedrado de otra época. Vuelvo a mi
infancia a lomos de mi caballo de metal, no siento dolor alguno, las agujas han
sido complacientes. Agarro con fuerza la
empuñadura del manillar, me siento vivo. Los vecinos que aguardan al capataz
para acudir puntuales al trabajo me observan cigarro en mano. Las mujeres que despiertan al alba para cumplir con
dedicación sus quehaceres diarios me saludan desde sus ventanas adornadas con geranios y petunias. Soy libre, ajeno a todo pasado y futuro, los
años fuera de mi pequeña patria no hicieron más que engordar mi amor por ella.
Las pedaladas van dejando atrás las casas y mi vieja bicicleta empieza a rodar
por la tierra, abriéndose paso entre los
preñados viñedos. ¿Cuántos años llevo esperando este momento? Necesitaba
fundirme en el seco polvo del camino, oler la humedad del maizal, mezclar los
verdes viña y olivo, ser una piedra más, un árbol más, confundirme con el sonido armonioso de jilgueros y gorriones,
de acometidas de aspersores que dejan las gotas de espejo en las hojas de los
cultivos. Soy de la tierra y de la sangre, quiero que mis músculos viejos y enfermos se cansen, que mis ojos se liberen con la infinita
llanura, con los colores de calma y libertad. Necesito olvidar el gris, los hormigueros de metal de aquellas ciudades
que durante años fueron mi zulo, los trenes que como lombrices serpenteaban bajo
el asfalto y me ahogaban en cada ida, en cada vuelta. Soy sudor en la tierra, bandolero de noble estirpe, navaja y tabaco, sierra y río taberna de
generaciones antiguas, romería y verbena.
El camino es dorado como las siembras
y el sol rojizo empieza a aparecer por
el manto llano. Se encienden mis sentidos, mis ojos reescriben el momento, mi memoria se
regenera y me lleva a aquellos días. La cúpula azul se funde con el infinito
campo. Mis piernas le dan vida a mi vieja amiga y esta muestra los destellos de
sus brillantes radios. Un poco más, solamente un último esfuerzo y me
encontraré contigo amigo, después de tantos años, después de aquella infancia
pura entre las calles, con peonzas y balones de trapo, de sueños incumplidos, con un pasado grabado a fuego que pervive, que jamás se agota.
Espera amigo, mi galope se torna cansado, pero la tierra me empuja, me alienta.
Sigo a la manada de patos que vuela en flecha sobre mi cabeza a aguas acunadas que le darán reposo. El
sendero se empina y muestra mi penitencia, al fondo, los blancos molinos retratados en tinta. Mi
vieja yegua abandona, se rinde, la dejo a la ribera del camino y subo, subo
apenas sin aliento, sé que me esperas,
me añoras con ansía, ¿Cuánto hace amigo? ¿Cincuenta años? La vida es ese camino
a ciegas repleto de puertas cerradas que al abrirlas te afligen o te emocionan.
Ya te veo, espérame, el sol despierta, pero estaré contigo antes de que bañe
por completo este mar de tierra que
tanto quisimos, que tanto amo. Ya veo tu eterna figura, tu sonrisa viva. Nunca
borré de mi mente el día que te marchaste, planté tu recuerdo con una semilla. Ahora eres titan, unión de cielo y tierra, pilar de
vida salvaje que reescribe la memoria. Unos pasos más. Tu silueta me
empequeñece, me absorbe, te juré volver, y aquí estoy. El sol al fin baña la
llanura, revive las viñas, da aliento a las uvas y colorea el fruto del maíz, su rojizos tintes
lo cubren todo, y de nuevo aquí, juntos, como en aquel tiempo, enamorándonos de este regalo que nos brinda
nuestra patria chica. Mi corazón ya puede apagarse cuando quiera, la herida que produjo tu muerte ha cicatrizado, tú vivirás por siempre en el trono del camino, fuerte, dando sombra
a los amores nuevos y cobijo a los campesinos.
"Dedicado a la Memoria de todos aquellos que ya no están con nosotros. En especial a mis dos abuelos; Manuel Sanchez y Agustín Molina".
"Dedicado a la Memoria de todos aquellos que ya no están con nosotros. En especial a mis dos abuelos; Manuel Sanchez y Agustín Molina".
MUY BUEN MENSAJE
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