Dime cuando te llevé el Curriculum, y te diré quien eres.

Muchos llaman a la ciudad, la selva de asfalto, una selva moderna, artificial, insípida  y sobre todo fría.  Sin embargo en esta selva habitan nuevas especies, algunas han aparecido tras el desplome laboral, y otras han evolucionado tal vez por el mismo motivo. Yo me encuentro en la familia del "Buscador de trabajo", una especie cada vez más amplia y desarrollada, depredadora, y solitaria.

Hay muchas "especies" de buscador de trabajo. Está el internauta, aquel que se mueve por todo el mundo repartiendo su solicitud  llamada curriculum vitae, a cualquier punto desde su ordenador, rápido, eficaz, y fácilmente destruible. Esta especie, es un devorador de internet, se conoce cada pagina web de cada empresa, y revisa su correo en busca de respuestas cada treinta minutos. Sus dedos están perfectamente sincronizados y a modo mecánico como un trabajo puramente Tylorista es capaz de contactar con una enorme multitud de empresas en el mínimo tiempo posible. La contraposición de esta especie es que al ser una forma más fría de actuar, y de llegar al núcleo del proceso, es mucho más fácil de ignorar, de destruir, de olvidar. Su principal ventaja es la rapidez, la reducción de distancias, y la capacidad de llegar a cualquier lugar sin tener que dar un paso.

La otra especie es la nómada, el Willy Fog, aquel que revierte la mayor parte de sus ahorros en impresión de curriculums y billetes de transporte público,  y que carpeta en una mano y callejero en la otra divaga buscando su destino, unos brazos abiertos. Tarea difícil esta, yo me considero un nómada más que un internauta, ya que son ya varias las selvas recorridas en busca de una oportunidad. Somos una especie que acecha directamente a su presa, que le mira a los ojos, y que a través del "cortejo" del dialogo intenta obtener el propósito.

La especie del otro lado, la Receptora, es también digna de análisis  y por experiencia he logrado conocer varias categorías. La primera, y la más difícil de encontrar, es la agradecida. Aquella especie que repite sin parar la palabra gracias, una y otra vez, mientras tu expones tus tres o cuatro frases aprendidas y ensayadas frente al espejo, una vez que se abre la puerta. Es una especie risueña, agradable, y buena destinataria, es aquella capaz de generar la ilusión de una posible aceptación, aquella que siempre te deja buen sabor de boca, aunque como digo, es la más difícil de hallar. La segunda es la Indiferente común, es la más numerosa, te abre su puerta, te saluda de manera cortés y poco más. No parpadea, no sonríe,  no habla, no ilusiona, no pestañea., simple y llanamente recibe y cierra, archiva y sigue con su tarea. Es la más común, y con el tiempo se aprende a lidiar con ella. La tercera y más cruel, es la Borde Ordinaria, aquella que desagradecida te rechaza, te niega, te destruye la ilusión, sin recordar que siempre antes de ser cura se es monaguillo, y que una sonrisa no cuesta nada, motiva y da fuerzas de continuar. Se lo deberían de mirar ya que la vida gira y gira, y en esta selva de metal los caminos pueden volver a cruzarse, y quizás la próxima vez que abras la puerta seas tu

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