Ese pequeño "País"., llamado Renfe.

Suelo viajar todas las semanas en tren. Es un viaje placentero para aquellos "locos" que como yo ven algo más que parras, piedras y siembras por la ventanilla. Es emocionante ver como mengua el tiempo y el paisaje a través de los raíles.

En uno de esos viajes, hará unos meses,  una vez sentado y preparado para devorar las paginas de  algún libro, fiel acompañante de  viaje, se me presenta el revisor. Mi estación de origen no tiene taquilla, con lo cual el sistema es simple: subes al tren y una vez que pasa el revisor, es este mismo el que te confecciona el billete. Le pido un billete de ida y vuelta, pues el descuento es considerable e imprescindible para los tiempos que corren. Mi sorpresa es mayúscula cuando este se niega, y me responde que no le está permitido. Pago como buen consumidor, pero no quedo conforme, y una vez llegado a mi destino voy como un toro de lidia directo a la taquilla a reclamar. Una vez más vuelvo a sorprenderme cuando ellos me dicen que sí,  que el revisor debe ejecutar el billete de ida y vuelta, y tras varias maniobras informáticas me realizan un billete nuevo.

A la semana siguiente, esperando en mi asiento, con mi libro, y mi billete de la semana pasada, guardado y preparado como "oro en paño" para mostrarlo,  espero tranquilo al revisor. Suerte, es el mismo, y tras volver a hacer la misma operación, este vuelve a negarse. Le muestro mi último billete, y aún así vuelve a negarse. "No me esta permitido". dice. Pago, y mi furia aumenta aún más. Llego de nuevo a mi destino y me vuelven a hacer la misma operación, entre quejas y murmullos. Esto se repite durante varias semanas, hasta que me ofrecen hacer una reclamación, que hago, pues quiero darle en las narices al revisor y ahorrar tiempo para todos.

Uno de estos días, vuelvo puntual al tren, y cuando veo a lo lejos al revisor, este me mira con cara de estarme esperando, sus ojos se abren y su gesto cambia, y automáticamente se da la vuelta y se marcha por otro vagón. No se que habrá ocurrido, y me dispongo a abrir el libro, cuando veo que vuelve con una pequeña carpeta y directo hacía mi. Me saluda amablemente y se sienta a mi lado. "Tenía ganas de verte" me dice, "Tengo una cosa que quiero mostrarte". En ese momento abre la carpeta y me enseña una legislación de Renfe. Donde explica y detalla todos los tipos de cobros y tarifas que tienen. El mismo revisor se pone a leerme unos párrafos,  y cuando compruebo con mis propios ojos que ciertamente, hasta hace unos días que cambió, él no tenía permiso para ejecutar ida y vuelta. Me comenta que Renfe es como un pequeño país que todos van bajo el mismo nombre, pero que existen varias empresas y varias formas de actuación, con unas mismas normas. A partir de ahí charlamos hasta el final de trayecto, mientras el critica al personal de taquilla que me mal informó,  por no informarse antes, y generó una "tirada de oreja" hacia él.

Una vez bajados del tren,  nos detenemos en el andén y le pregunto:
- Y si todos sois Renfe, ¿Porque no seguís el mismo patrón  respetáis las mismas normas, y ejecutáis de alguna forma un método de trabajo, con el cual se eviten y se solucionen problemas para que la empresa funcione mejor? ¿No sería bueno para  todos ir hacía el mismo lado, en vez de discutir y generar malos entendidos?
Política. -me responde simple y llanamente-.
- Pues eso, un pequeño país.


Comentarios

  1. recibe mal servicio el consumidor y lo paga el trabajador cara al público, y los despachos eso es lo que menos importa. Bien por esa reclamación. (Alex)

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  2. mmmmm no encontre lo q buscaba no me sisve

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