Y entonces llegó El Gabo
El día que fui a descubrir a Gabriel Garcia Marquez no sabía que llegaría a mi como un ciclón de maestría que aplastaría mi buen hacer dejándome como a Kafka convertido en un insecto. Lo conocía desde que tenía uso de razón literario, ¿Quien no conoce a este genio? Pero a pesar de conocerlo no lo había destripado, no había devorado cada línea de sus "Cien años de soledad" ni me había envuelto en el crimen por honor de Santiago Nassar que empezó muerto y terminó más muerto aún, pero vivo eternamente. ¿Buscáis amor en sombras? no habréis leído un amor como el que ocurrió en aquellos tiempos del cólera.
Su prosa suelta, sacada a borbotones, enlazando con hilo de oro historias viejas que seguro estoy amamantó en su pequeño pueblo del Caribe, son una dulce melodía que cae en lo más hondo y como una semilla agarra y florece en breve. Es talento, sin más, y con ello es un escritor que demuestra que lo importante no es lo que cuentas si no El como contarlo.
Me he enamorado de su obra, de su personalidad de brujería y magia donde cabe lo real y lo fantástico, pues ¿quien no percibe que en este mundo ambas cosas conviven y se mezclan como el café y el azúcar? Quizás para el que pretende golpear el teclado su lectura es agridulce, pues engrandece el oficio literario con su genialidad única pero te mortifica con cada linea demostrándote y ahogándote en una realidad espinosa que produce la comparación.
Guardo su pluma en mi cajón privilegiado que suelo abrir para apartarme del camino y aprender, si esque se puede, del premio Nobel que más me ha cautivado. No dejéis que sus obras adornen los estantes polvorientos, no os distraigáis con las modas, mi consejo es leer únicamente su primera línea, pues acabareis atrapados. Gracias Gabo.
"La vida no es la que uno vivió, sino como la que uno recuerda, y como la recuerda para contarla". Gabriel Garcia Marquez.
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